Octava eterna

Por: Guido Francabila

Se va el 2016. Un año más de la Liga Lobense de Fútbol, el primero para nosotros, para mi.. Me he llevado muchas sorpresas, varios retos e interminables agradecimientos y muestras de afecto por nuestro trabajo. Es por ello que quiero volcar en ésta nota todo lo que he vivido en una y cada una de las cancha que pisé a lo largo del año, en cada categoría, en cada gol …

 Nunca imaginé que en nuestra primera temporada íbamos a tener tanta repercusión, aunque sé y sabemos que hay muchísimo para mejorar. Pero muchas de las cosas que aprendí me lo han inculcado jugadores, hin cha, técnicos y hasta dirigentes.

 Pero lo que más me ha sorprendido no fue el nivel de la Primera división, que por cierto es enorme, sino la Octava. Una categoría en la que he encontrado el verdadero amor por el fútbol, llena de valores y con cero competencia por parte de los nenes. Intenté no perderme jamás un partido de Octava, pero nobleza obliga. En el afán y la obligación de no dejar a nadie sin fotos, no pude lograr dicho objetivo.

 ¿Cuál es el secreto para disfrutar de ese fútbol distinto? Alentar a los nenes, ayudarse dentro del campo como lo hacen ellos cuando uno se cae, se golpea o cuando, sin querer, se da una patadita de más. He llorado, y lo digo con todos los huevos, cuando vi a varios nenes llorar  por no poder clasificar a la siguiente ronda.

 Hoy me surge un recuerdo muy triste, pero que a su vez me infló el pecho para darme cuenta que me falta aprender mucho de fútbol. Semifinal de Octava, cancha de EFIL, Torneo Emilio Sierro, Julio de 2016. Dorrego quedó eliminado por San Miguel de Monte, club que logró el pase a la final. El gesto de María Cáceres, árbitro del partido, me dejó perplejo.

 Ese abrazo de madre para consolarlo, esos brazos llenos de dulzura ¡POR DIOS! Qué lindo es el fútbol. Somos una liga amateur que, lamentablemente, tiene los mismos problema por falta de conducta que la Primera de AFA. Pero lo que nos enseñan éstas personas y éstos niños no tiene precio. 

 Me niego a seguir viendo piñas y trompadas, quiero que todo sea como en la Octava. Le pido a los jugadores que sean compañeros dentro de la cancha, aunque es raro que hagan caso al pedido de un boludo como yo. Pero si no pueden hacerlo, sólo deseo que se tomen 40 minutos un sábado para ir a ver un partido de Octava, para que entiendan que el Fair Play, que el juego limpio aún existe en éste país que ha tocado fondo.

 Se vienen los cuartos de final de menores del segundo torneo del año. Habrá miles de historias más por contar, y quiero estar ahí en cada una de ellas. Y un pedido expreso pura y exclusivamente para los padres: “Amen a sus hijos, ayúdenlos a cumplir sus sueños, pero nunca los obliguen a algo que no quieren. No puteen cuando ellos están dentro del campo, porque es un hecho repudiable, totalmente distinto a lo que les enseña cada club. A los chicos hay que enseñarles de fútbol, pero hay que enseñarles de la vida primero y principal. Y si un chico crece con buenos valores, créame mi viejo que es porque usted lo logró.

 Si tu hijo te dice: “dale mami, dejame jugar un ratito más”, dejalo. Es algo fuera de serie que suceda eso en una época en que la play o los celulares han invadido la sociedad. Jugá con él, dejá que te gane. Sonreí junto con él, porque la niñez se vive una sola vez en la vida.

 Una categoría en la que no hay tarjetas, ni roja ni amarilla. Los penales no existen y, en caso de haber empate en la final, los campeones serán dos. ¿Se necesita algo más para que la Octava sea la categoría más linda de una liga en la que juegan Leandro Lázzaro y Mariano Campodónico, entre otros? Si, que apoyemos el fútbol, apoyemos a nuestro hijos. Feliz 2017 para todos.